EL ESGRAFIADO.
MODELO ORNAMENTAL EN LA ARQUITECTURA TRADICIONAL DE LA COMARCA DE LA SIERRA DE
FRANCIA.
Imagen: 01-Monforte de la Sierra
Fachada decorada con
un motivo de relleno y cenefa circundante en esgrafiado, la más atractiva de
cuantas subsisten en la comarca, se encuentra en perfecto estado de
conservación. Vivienda de Lucas Maíllo Hernández en la calle Solano de Monforte
de la Sierra.
“Encontrarse con el pasado, con la
tradición, es hoy moda pero también una actitud existencial.
Existencial porque
habla de nosotros mismos y, en nuestros antepasados inmediatos,
de quiénes
fuimos. Las manifestaciones materiales e inmateriales de la tradición,
pese a
muchos esfuerzos dedicados, está en franco peligro o, más comúnmente,
La
fisonomía de la casa tradicional de la Sierra de Francia ha sufrido, en el
último medio siglo, una gran metamorfosis, debido fundamentalmente a las
transformaciones producidas como consecuencia de las nuevas pautas de vida
derivadas de sus distintos usos, y de la pérdida de identidad cultural
heredada, que no ha sido protegida ni conservada por buena parte de las recientes
generaciones.
Los
factores que han conducido a esta situación son múltiples y complejos, y todos
ellos combinados, especialmente nocivos para el mantenimiento identitario de la
vivienda vernácula de la comarca. A la incorporación de materiales de
construcción foráneos (cemento, uralita, piedras artificiales, aluminio, etc.)
hay que añadir una serie de aspectos formales, simuladores, que han ido
falsificando los modelos originales. Prácticas constructivas que han sido
fortalecidas desde la implantación de unas normativas especialmente
restrictivas y rígidas, a la vez que inductoras, en favor de la creación de un
escenario artificial, a modo de “parque temático”, de la tramonera.
Esta
omnipresencia de tramoneras, aderezadas por infinidad de estilos “ridículos” en
su elaboración, es resultado de la génesis forzada de un paisaje urbano
teatralizado y falaz, desde la recreación de lo que jamás fue la casa
tradicional de la Sierra de Francia, y que ha desembocado en lo que actualmente
percibimos tras la inmensa generalidad de las intervenciones realizadas.
El
entramado, como elemento constructivo, es una solución extraordinariamente
eficaz desde el punto de vista estructural y económico (pero sin intención
decorativa en su fundamento), que permite cerrar grandes vanos con materiales
disponibles en el propio entorno, como cuarterones de madera de castaño,
pequeñas piedras de granito y barro. Ahora bien, a las anteriores
características hay que añadir su fragilidad y caducidad. De ahí la importancia
de proteger los entramados con el fin de impedir la rápida degradación causada,
básicamente, por el impacto directo de los vendavales.
Nuestros
antepasados, con gran sabiduría, utilizaron diversos elementos para la
protección de sus fachadas. Principalmente podemos hablar de los entablados o
tablazones, los recubrimientos con tejas y en ocasiones con baldosas, y, más
habitualmente, los revocos. Estos últimos tienen una notable presencia por ser el
procedimiento más económico. Realizados sin gran cualificación y por lo general
con arcillas de diversos colores extraídas del propio entorno, ocasionalmente
aparecen ornamentados con esgrafiados de variada tipología.
Posiblemente,
el revestimiento más pintoresco para la protección de las caras mayormente
expuestas al fuerte hostigo en la casa tradicional serrana es el entablado,
modalidad que consiste en el revestido de la pared estructural mediante tablas
de castaño solapadas. Este tipo de paramento se ha venido realizando a través
de la colocación de las tablas en posición horizontal, comenzando a clavarlas
en la parte inferior de la pared a recubrir y seguidamente, por solapamiento, ascendiendo
para finalizar en la confluencia con el tejado. En alguna ocasión puede
observarse que la colocación de las tablas se efectúa en posición vertical, a
modo de faldón, rematándose la parte inferior con algún tipo de elemento decorativo
de carácter geométrico. En estas ocasiones las tablas no se solapan sino que se
yuxtaponen, ocultándose los empalmes con un remate a modo de tapajuntas.
Los
modelos preservadores tradicionales, frágiles y de continúo y obligado
mantenimiento, debido a la inestabilidad de las tablas de madera expuestas sin
ningún tipo de protección a la envestida de los temporales invernales del Suroeste,
dieron paso a lo largo del último siglo a otros materiales foráneos, como la
uralita y las chapas metálicas, que han contribuido decisivamente al cambio
fisionómico de las fachadas de las viviendas.
El empleo generalizado
de la chapa como elemento protector de los hastíales se remonta a comienzos del
siglo XX. Aunque la incorporación de la chapa de hierro para cubrir pequeñas
superficies, como cabezas de vigas o canes, se remonta mucho tiempo atrás. Sin
lugar a dudas, la primera gran revolución de la chapa como elemento de
construcción se debe a la invención de la uralita, la cual celebra en la
actualidad su centenario. El serrano la incorporó inmediatamente en la defensa
de sus fachadas, inicialmente mediante pliegos de uralita planos y cuadrados.
Este extremo puede observarse en una fotografía de Cándido Ansede realizada en
los años veinte en la villa de Miranda del Castañar.
La introducción
de las chapas respondía a una función meramente pragmática, amparada en su gran
eficacia, bajo coste, fácil instalación y ningún mantenimiento. Indudablemente,
en el origen de su incorporación existe la necesidad de dar respuesta al
embellecimiento de la fachada con cierto criterio estético, intención olvidada
con posterioridad al masificarse y vulgarizarse su colocación. Como atributo
positivo de la chapa, en favor de las cubriciones, debemos constatar la gran utilidad
que ésta ha desempeñado al ser un elemento de protección mudable, absolutamente
neutro, en las últimas décadas.
El uso de
la chapa a manera de elemento protector de las fachadas es reversible, respeta
el estado original de los elementos recubiertos y detiene el deterioro de los
mismos. Es en la actualidad, tras la
generalizada retirada de los masivos recubrimientos de chapas, cuando se ha
retomado el revoco a modo de revestimiento mural más adecuado para proteger los
entramados.
El revestimiento mural a base de revocos o revoques es un
tratamiento constructivo que se aplica con la intención de ocultar los muros de
fábrica, bien con intención de protegerlos de agentes externos o para adecentarlos
cuando han sido realizados con materiales pobres. Ambas opciones están
presentes en el acabado de nuestra tradicional casa serrana. No debemos
olvidar que esta construcción es extremadamente vulnerable ante la beligerante
climatología, dado los materiales de construcción usados en la misma: madera,
pequeñas piedras de granito y barro. Por otro lado, y a la vez, se da la necesidad
de ocultar esos mismos precarios materiales, fundamentalmente en la fachada
principal, que explican una vez más la exigencia de su revoco obligado.
Imagen: 08-Monasterio de Gracia
Tres detalles de
restos de cenefas esgrafiadas de la decoración interior del Monasterio de
Nuestra Señora de Gracia, San Martín del Castañar, fundado en 1430. En el
Centro una cenefa sobre el dintel de la ventana de una estancia, con
encuadramiento por tres de sus lados. Los otros dos corresponden a la
decoración superior de la iglesia.
España y la comarca de la Sierra de Francia, por
extensión, tienen una larga tradición en la aplicación de revocos como acabado
exterior de las construcciones. Villanueva, al hablar de los revocos, nos
señala lo siguiente: “Cuando las paredes de un edificio no se dejan con alguna
tez exterior que se forme al tiempo de construirlos, que es lo más firme y
noble ya sea de cantería, ya mampostería, ya albañilería de ladrillo tosco o
granulado, se cubren las paredes de una corteza de mezcla de cal y arena o de
yeso solo, cuya maniobra se llama comúnmente guarnición. Aunque ésta, por
consistir en varias técnicas delgadas, unas sobre otras, pegadas a las
superficies de las paredes, no contribuye a su solidez, pero ayudan infinito a
su conservación, preservando los materiales del temporal, que las disipa, come
y destruye con el tiempo. Sirven asimismo estos guarnecidos para establecer las
superficies y planos de las paredes perfectamente perpendiculares y anivelados,
ocultando todos los defectos de la construcción”[1].
Imagen: 05-Batuecas
Fachada de la puerta
principal del cercado perimetral del Monasterio de San José de Batuecas,
decorado en los tres niveles con diversos motivos en esgrafiado.
Su
elección como textura externa es más frecuente que los revestimientos pétreos o
de ladrillos, debido a su fácil aplicación y a los bajos costes de la
ejecución, a lo que acompaña una razonable durabilidad y la versatilidad de los
acabados. Estos acabados varían desde los lisos o enlucidos, los rugosos o
rascados, así como los rústicos o granulosos con tirolesa, los jarrados con
paleta, a finalmente, los esgrafiados o aplantillados, más elaborados.
Precisamente, sobre estos últimos focalizamos nuestra mirada, dado que los
esgrafiados fueron asimilados con gran naturalidad por los serranos en su
tradición, ya que poseen una fuerte componenda “barroquizante”, muy presente en
la mayor parte de los elementos decorativos que pertenecen a la cultura de la Sierra
de Francia, tales como bordados, encajes, trajes, etc.
Los
objetivos que nos deben mover al restablecimiento de esta particular técnica en
la finalización de la fachada responden a múltiples intereses. En primer lugar,
se trata de poner en valor una diversidad constructiva de la fisonomía de las
fachadas, de todas las localidades de la comarca, que en el último medio siglo
fue marginada. Así mismo, no es menor la necesidad de recuperación de un oficio
olvidado, “perdido”, como es el de especialista en la realización de
esgrafiados que, con toda seguridad, nos enriquecería de culturalmente,
recuperando así nuestro patrimonio material. Sensibilizar a los vecinos de la
comarca estableciendo una evidente convivencia entre estos y los constructores,
albañiles, artesanos, artistas, gestores del patrimonio, medios de comunicación
y visitantes, es primordial para reincorporar definitivamente este modelo
ornamental postergado.
Esta
estrenada tendencia, orientada a la recuperación del particular modelo
decorativo presente desde varios siglos atrás en nuestra construcción popular,
marcó su punto de inflexión en 2009 con la realización del primer esgrafiado
contemporáneo en la vivienda de José Antonio López Díaz y Juana Puerto Luis, situado
en la Plaza la Fuente la Pila de Mogarraz. Este nuevo esgrafiado reproduce, curiosamente,
la misma geometría que lucía aquel viejo esgrafiado ubicado en la fachada sur
de la casa de estos mismos dueños, en la Plaza Mayor, antes de su demolición
para construir la actual. La magistral hechura del esgrafiado integra la
geometría precisa de los esgrafiados tradicionales con la asociación de
iconografías populares serranas desde una renovada mirada artística
excepcional, consiguiendo un conjunto decorativo con un magnífico aporte
patrimonial para la localidad. La factura del elemento geométrico corrió a
cargo del reconocido maestro de obras de la localidad de Sequeros, Agustín
García Iglesias “Tini”, y la de la representación figurativa, de la mano de la
hábil maestría del gran artista de Villanueva del Conde, Marcos Rodríguez
Maíllo.
Imagen: 12-Mogarraz
Realización de la decoración con esgrafiados en la fachada
de la vivienda de José Antonio López Díaz y Juana Puerto Luis, en la Plaza la
Fuente la Pila de Mogarraz, el 24 de diciembre de 2009.
No debemos
olvidar que el revoco con esgrafiado es una técnica de revestimiento de
fachadas especialmente atractiva y resolutiva, en la que confluyen, como ya he
señalado, dos aspectos muy importantes: protección y decoración. La protección,
impermeabilización, y aislamiento de las frágiles fábricas externas de nuestra
arquitectura serrana es esencial dada la virulenta climatología, especialmente
durante las estaciones de otoño e invierno, en las que la intensa pluviometría se
combina con los fuertes vientos, que azotan los hastiales orientados al Suroeste.
Esta técnica nos ofrece la posibilidad de ornamentar exteriormente los
edificios con decoraciones que mucho tienen que ver con la estética, invasiva,
presente en las labores de los bordados y del propio traje festivo tradicional
tendente al horror vacui. Miedo al
vacío, resuelto con intervenciones gráficas que rellenan todos los espacios
disponibles a modo de trampantojos,
que a su vez sirven para ocultar los materiales usados en la construcción, por
lo general pobres, como los entramados, las mamposterías y los muros de adobes.
El término esgrafiado proviene del italiano sgraffiare,
el cual consta de dos voces que se refieren a otras tantas acciones: la de
extraer (ex) y dibujar (graphein). La definición de esgrafiado podríamos
concretarla como la: “Técnica decorativa utilizada para el exterior de los
edificios. El esgrafiado consiste en la superposición de capas de revoque con
distinto color, generalmente blanco, ocre, rojizo o amarillento. En
determinadas zonas, según dibujo previo, se quita alguna de dichas capas, con
lo que queda al descubierto la inferior y se consigue una decoración polícroma,
resistente y barata. En España se practicó desde la época medieval (Segovia[1])
y tuvo difusión progresiva hasta el siglo XVIII…”.[2]
La técnica del esgrafiado como ornamentación mural es,
probablemente, tan antigua como la propia existencia de la arquitectura. Encontramos
referencia documental de su utilización en la Historia Natural de Plinio el
Viejo[3]
y en los Diez Libros de Arquitectura de Vitrubio.[4]
La gran presencia del esgrafiado en la Península Ibérica está asociada, por un
lado, a la expansión de la cultura romana por todo el Mediterráneo, y por otro,
al gran desarrollo que alcanzó con el arte islámico en Al-Ándalus, asimilado y popularizado
por la cultura cristiana y mudéjar.
En el caso que nos ocupa, el concepto de esgrafiado tiene
presencia como elemento de carácter decorativo, no solamente en las superficies
murales externas de determinadas viviendas tradicionales de todas las
localidades de la Sierra de Francia, sino que también se puede observar, a día
de hoy, en construcciones centenarias de nuestra comarca como son las iglesias,
ermitas y monasterios. Esta técnica que fue usada masivamente en la decoración
de sus fachadas, tal y como lo demuestran los documentos gráficos existentes,
ha ido desapareciendo progresivamente, ocupando su lugar los corrientes
enfoscados preparados a base de cemento.
Deseo plantear aquí la necesidad de recuperar este
refinado tratamiento ornamental para nuestras fachadas, el esgrafiado,
preservando y protegiendo aquellos que están al borde de su extinción, para
enriquecer de este modo nuestro patrimonio cultural heredado. A día de hoy
poseemos una variada muestra de esgrafiados en toda la comarca, que nos han
llegado hasta la actualidad con desiguales estados de conservación. Son
esgrafiados concebidos con diferentes intenciones decorativas, efectuados por
distintos artesanos y representados con diversos colores y materiales. Todo
ello configura una rica y múltiple genealogía que se encuentra muy lejos de la
lúgubre imagen que nos transmiten la mayoría de las construcciones más
recientes, levantadas a base de rígidas tramoneras.
Me referiré, ahora, a dos esgrafiados de Mogarraz que afortunada
y milagrosamente se han salvaguardado en sus fachadas hasta la actualidad.
Ambos pertenecen a sendas viviendas de la calle Fuente de Arriba, encontrándose
en estados de conservación muy diferentes. Frente a la columna de La Mora se haya una casa deshabitada de
Felipa Cascón Hernández y César Sánchez Sánchez, que mantiene su fábrica
original inalterada. Aunque muy deteriorada, alberga un esgrafiado muy
interesante, conservado parcialmente. Se trata de un revoco a base de arcilla
sobre el que se ha practicado un esgrafiado con dos tonos, que ocupa todo el
paño de la primera planta.
Imagen: 14-Mogarraz
Vivienda tradicional
serrana sin modificaciones constructivas, en precario estado de conservación,
con restos en su fachada Este de la decoración original con esgrafiados,
efectuados sobre una base de barro. Calle de la Fuente de Arriba de Mogarraz.
El segundo de estos esgrafiados que quisiera mencionar se
encuentra parcialmente oculto, bajo varias capas de encalado, en la fachada de
la vivienda con pórtico cuatro puertas calle arriba de la anterior. Este
también está realizado sobre un revoque de arcilla y resuelto con dos colores.
Su estado de conservación es mejor dado que la vivienda ha estado habitada
hasta la actualidad, lo que ha propiciado su preservación.
Al observar la fachada de esta vivienda me vienen a la
memoria imágenes de mi infancia en las que Teresa Cascón Criado regaba las plantas
del balcón o conversaba con alguna vecina. También recuerdo cuando, bajo el
soportal, Juan José Inestal Criado estaba atareado con sus faenas cotidianas mientras
se escuchaba el susurro del caño del agua que vivazmente bajaba por la calle. Y
no puedo por menos imaginar cómo Teresa y Juan José, en su infancia o sus
antepasados, gozaron de estas viviendas exuberantemente decoradas. Por cierto,
no muy diferente a la que hoy, con su magnífico esgrafiado perfectamente
conservado, disfruta, junto a todos nosotros, Lucas Maíllo Hernández en su
vivienda de la calle Solano en Monforte de la Sierra.
Imagen: 13-Mogarraz
Esgrafiado
oculto tras el encalado en la fachada de la vivienda que habitaron Juan José Inestal Criado y Teresa Cascón Criado, en la calle de la Fuente de Arriba de Mogarraz.
En la Sierra de Francia se conservan solamente unos cuantos
esgrafiados del inmenso catálogo que debió existir, y ello, a pesar de que en
las últimas décadas no ha habido voluntad institucional ni posibilidades para
su conservación, salvo en muy contadas ocasiones surgidas de los propios dueños
de las viviendas. Aprovechemos
este momento para incorporar, razonablemente, el esgrafiado como elemento
dinamizador de la fisonomía de las fachadas en su conjunto, usando modelos que
poseemos en la comarca y
aquellos otros que con documentación gráfica podamos recuperar, para asegurar
una [RE-implantación] equilibrada de los mismos.
Imagen: 03-Herguijuela
Tres fachadas con
motivos esgrafiados diversos con irregular estado de conservación, en
Herguijuela de la Sierra.
Imagen: 04-Madroñal
Vivienda tradicional
de la Sierra de Francia sin modificaciones constructivas en Madroñal, con restos
de la decoración de su fachada Sur con esgrafiados, efectuados sobre una base
de barro.
Atractivo esgrafiado
consistente en la reproducción de ladrillos como motivo de relleno de toda la
fachada de la planta baja en Monforte de
la Sierra.
Imagen: 07-San Esteban
Detalles de la ubicación de la pequeña superficie
residual, pero bien conservada, de uno de los esgrafiados más antiguos de que
disponemos en la comarca, San Esteban de la Sierra (destruido en 2013).
Fachadas decoradas
con unos motivos de relleno geométricos esgrafiados sobre sendas fachadas, en
Villanueva del Conde.
Imagen: 10-Villanueva Del Conde
Fotografía realizada
por Bienvenido Vega el 20 de agosto de 1968, en la procesión de San Sebastián a
su paso por la calle de las Eras, en Villanueva del Conde. Como fondo de la
imagen puede observarse la fachada de una vivienda con
decoración esgrafiada mixta, en la planta superior con geometrías isométricas
encintadas y
en la inferior imitando un muro de sillería. Se trata de un esgrafiado
desaparecido, que gracias a la fotografía podemos documentar.
Imagen: 11-Villanueva Del Conde
Fotografía del
fotógrafo Bienvenido Vega de los invitados a la boda de Matías Hidalgo Martín y
Salvadora Hidalgo Pérez, realizado el 23 de diciembre de 1964 en la calle de las
Eras, en Villanueva del Conde.
Imagen: 02-Casas del Conde
Tres fachadas con
motivos esgrafiados muy diferentes, trazados directamente, en la localidad de
Casas del Conde.
[1] Dacosta
Martínez, A., (2010): Una mirada a la
tradición. La arquitectura popular en Aliste, Tábara y Alba. Alcalá de
Henares, Madrid, Colección El Jardín de la Voz: Biblioteca de Literatura Oral y
Cultura Popular, Centro de Estudios Cervantinos, pg. 6.
[2] Villanueva, J. de, Arte de la
Albañilería, Editora Nacional, Madrid, 1984, p. 118.
[3] Ruiz
Alonso, R. (2004). El esgrafiado en
Segovia. Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid.
[4] Gran Enciclopedia Larousse, Tomo IV, Ed.
Planeta, Barcelona, 1980, p. 378.
[5] Toajas
Roger, M. Ángeles (coordinadora). Glosario visual de técnicas artísticas. De la
antigüedad a la Edad Moderna. Universidad Complutense, Madrid, 2011. p. 171.