Fotografía: Andrés Barés
FLORENCIO MAÍLLO
Y EL BAUTISMO
DE CRISTO
Autoridades, mogarreños, amigos.
Hasta el suelo bajó el cielo
Quiero unirme hoy a la gozosa
celebración de este día grande para Mogarraz en que se estrena, como pintura y como
devoción pública en este bautisterio parroquial, la pintura sobre El Bautismo
de Cristo, obra de Florencio Maíllo. Ni el comitente que encargó la obra
(Agustín) ni el pintor (Maíllo) podrían haber escogido un tema mejor que el de
la figura del Bautista y la presencia de la Trinidad como apoteosis. Por eso
decimos este 22 de marzo del 2015 en Mogarraz:
Hasta el suelo bajó el cielo
Hemos de señalar, a lo largo de
la historia de esta Sierra de Francia, la temprana e intensa devoción a San
Juan Bautista, con una rica iconografía repartida por toda la comarca, figura
bíblica de la que dice San Mateo (cap.11): “Entre los nacidos de las mujeres
ninguno fue mayor que Juan el Bautista, sobrepuja a los profetas, excede a los
patriarcas y cualquiera que nació de mujer es menor que Juan”. El honor de la devoción
más temprana al Bautista en la Sierra corresponde
al lugar de Santibáñez, que toma su nombre y topónimo de este santo -“Locus
Sancti Johannes”-, con un templo en el que recibía culto ya en época bajomedieval,
en el sitio conocido todavía como “La Fuente de San Juan”. Así pues, se crea
hoy con esta ceremonia una suerte de hermanamiento y vínculo cultural y
devocional entre las poblaciones de Santibáñez y Mogarraz: Santibáñez por haber
sido la primera en venerarlo, Mogarraz por implantar una devoción nueva en su
templo parroquial en el 2015.
Hasta el suelo bajó el cielo
Creo que ha sido un gran acierto de las autoridades de Mogarraz (que yo recuerde es un caso único) devolver el
verdadero valor litúrgico y cultural al espacio del bautisterio (que, de manera
generalizada suele convertirse, en la mayoría de las iglesias españolas, en
trastero), sin mover la pila bautismal del sitio que le corresponde, a la
entrada y a los pies de la iglesia, porque es el espacio donde se inicia la
trayectoria religiosa y espiritual del catecúmeno. Dichosos los que de ahora en
adelante se bauticen en esta pila.
Podríamos afirmar que con esta
ceremonia y con esta pintura del Bautista culmina la ingente obra emprendida
por Maíllo, hace ya casi tres años, de inmortalizar en forma de retrato a un
numerosísimo grupo de vecinos de esta villa serrana en una irrepetible Perfomance. Para Florencio este período ha sido de fertilísima
creación artística y para esta población, de evidente enriquecimiento
patrimonial. Literalmente y en el mejor sentido de la expresión, Maíllo “ha
tirado las casas de Mogarraz por la ventana” al sacar a las fachadas los
retratos de quienes fueron sus moradores. Estoy seguro, Florencio, de que la
obra que tienes colgada en Mogarraz, no va a ser “la voz que clama en el
desierto”, está dando buenos frutos aunque hayas encontrado innecesarias espinas en el
camino.
Con esta pintura del Bautismo de
Cristo realiza Maíllo un atrevido ejercicio de adscripción artística y de
inspiración formal acercándose a pintores de época renacentista y barroca (reinterpretando,
a la manera serrana, modelos del Bosco en el tema del Jardín de las Delicias) y,
en este caso concreto del Bautismo de Cristo, rindiendo homenaje a la escuela
castellana en la figura del genial escultor
gallego Gregorio Fernández, como directo inspirador de la obra que estamos
admirando, cuyo prototipo se conserva en el Museo Nacional de Escultura de
Valladolid.
Sin alterar la esencia de apoteosis
trinitaria que se describe en el pasaje evangélico del Bautismo de Cristo,
plantea y muestra Florencio en esta obra
la transmutación del Bautismo desde su
“localización”, universal y bíblica, el año 30 de nuestra Era, en otra de adscripción
particular, serrana y autóctona, en el 2015). Cambia el río Jordán por el Arromilano
y cambia también el árido paisaje bíblico por una frondosa y amena ambientación serrana
que hubiera querido para sí como telón de fondo el mismísimo Lucas Fernández, celebrado
autor salmantino que vivió entre los años 1474 y 1541, cuando puso a Mogarraz
como escenario de una de sus églogas y a los
pastores mogarreños como sus protagonistas.
Hasta el suelo bajó el cielo
Permítaseme hacer una
interpretación, en clave de metáfora, de la iconografía y símbolos en esta pintura del Bautismo de
Cristo como si se tratara de una instantánea fotográfica a un grupo de comediantes
que fueran a interpretar este pasaje sagrado, aquí y ahora, en forma de loa o
auto sacramental y donde no solo contaran como personajes las figuras (Cristo,
la paloma y San Juan), sino también las cosas: el puente, las rocas, el río, la
arboleda, las plantas, las estrellas y los demás elementos y símbolos que
habitan esta composición.
El personaje y papel de San Juan es
justo que lo mantenga el propio Gregorio Fernández, que se autorretrató en esa
figura, aunque también le correspondería muy bien a Don Esteban, el flamante párroco de Mogarraz.
Por sobradas razones, entre ellas
la de su propio nombre de pila, el papel de concha bautismal con que el
Bautista derrama el agua sobre la cabeza de Cristo ha de ser, necesariamente,
para nuestra magnífica e insustituible alcaldesa.
El personaje de Cristo es, sin
duda, para Florencio.
Está, además, el importante
ingrediente de los símbolos: el puente
sobre el Arromilano, que arropa arquitectónicamente esta composición es
metáfora del patrimonio cultural, de la tradición, de lo identitario y de la
memoria histórica de esta villa serrana.
Las aguas de esta corriente son
las vidas (pasadas, presentes y venideras) de todas las generaciones de
mogarreños.
La paloma o Espíritu Santo que
preside esta composición y los rayos que de ella manan representan la gracia y la inspiración sobre
los pinceles del pintor. Florencio, si el nombre de Juan quiere decir “Aquel
que está en gracia”, Juan debería ser tu segundo nombre. Como Juan, has venido
a este mundo “para dar testimonio de la luz”, la luz de tu pintura. Como Juan eres
(en palabras del otro Juan, el Evangelista), “Lucerna lucens, ardens” (Luminaria que brilla apasionadamente).
La constelación de estrellas
derramándose desde lo alto sobre la cabeza, los hombros y las ropas de Cristo,
simbolizan las almas y las vidas de los
mogarreños que nosotros conocimos vivir
y morir. La estrella que Cristo parece
acariciar, cercana a su corazón, será seguramente la luz de tu propia madre. Cercanas andan
también Alfonsa y Flora.
Admirados por esta descendida
constelación de estrellas bien podemos repetir una y mil veces: “Hoy bajó hasta el suelo el cielo”.
En estos momentos de gozoso acontecimiento
reproducimos con nuestra alegría la del Bautista, que saltó de júbilo en el
vientre de su madre al sentir la presencia de su primo Jesús en el seno de
María, en aquella sin igual visita.
Comenta el padre Ribadeneyra en
su Flos Sanctorum, refiriéndose a San
Juan Bautista, que este “mereció bautizarle con sus manos y ver al Espíritu
Santo en figura de Paloma sobre Cristo y oír la voz del Padre Eterno que
testificaba que aquel era su Hijo benditísimo”.
Florencio, el pueblo de Mogarraz,
haciendo suyas estas sagradas palabras, te bendice hoy como hijo -el más predilecto- con la admiración, gratitud y amor que sale
de sus corazones proclamando: “Tu eres nuestro hijo amado en quien nos
complacemos”.
Tus amigos, en un gozoso subidón de
belleza y ante esta obra que hoy se estrena, queremos expresarte públicamente nuestra admiración y
tu generosidad. Este momento, imborrable y único, en el que nos sentimos como
en la gloria, me ha inspirado el verso (repetido en mi presentación) con el que voy a finalizar:
Hasta
el suelo bajó el cielo,
suba hoy
hasta el cielo el suelo
Muchas gracias
Antonio Cea Gutiérrez
Mogarraz, 22 de marzo de 2015
Florencio
Maíllo, “El Bautismo de Jesús”, 300x300 cm., (345x345 cm. enmarcado),
encáustica sobre chapa metálica, 2015. Iglesia Parroquial Nuestra Señora de las
Nieves de Mogarraz, Salamanca.
Baptisterio de la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de las Nieves de Mogarraz, Salamanca.